“¿Cómo imagino a Minera Los Pelambres en 18 años más? Cada vez más tecnificada. Creo que las semillas que pusimos para instalar la cultura de innovación han prendido y deberían seguir cultivándose porque eso nos llevará a incorporar cada vez más y mejor tecnología para sacar así a las personas de las líneas de riesgo, ayudar a disminuir el esfuerzo físico y potenciar su rendimiento intelectual independiente de su nivel jerárquico”.

Gonzalo Montoya repasa sus 18 años en la compañía. Tras 42 años de vida laboral, se acoge a jubilación y deja atrás exitosos pasos por Cerro Negro, Sonami y Colbún, entre otras empresas.

Ingeniero Civil Electricista de la Pontificia universidad Católica , desarrolló gran parte de su vida profesional en el área de la innovación. Hoy deja MLP como superintendente de Innovación y Tecnología y se apronta a un merecido descanso que probablemente no será tal, porque piensa mantenerse activo prestando asesorías y dedicando tiempo a la academia, porque transmitir sus experiencias es uno de los temas que más le apasiona.

Gonzalo sufre de espasticidad muscular, una enfermedad que lo acompaña desde los nueve años, pero que jamás le ha impedido desempeñarse profesionalmente. “Durante mis 42 años de profesión nunca nadie me puso algún problema por este tema. Pelambres no fue la excepción y sentí todo el apoyo de la compañía. Pero el tiempo pasa y los músculos se van poniendo más rígidos. La pandemia fue terrible para mí. Los músculos no se movían y se atrofiaron más”, recuerda hoy.

Evoca entre los episodios más tristes de su paso por MLP el accidente fatal en tranque El Mauro, en 2018. Aquel fin de semana ocupaba el cargo de Gerente residente. “Ese accidente fue, lejos, lo más duro de todo. Fui de los primeros en llegar y encontrarse con esa escena fue tremendo”, reflexiona.

Su momento más desafiante fue el terremoto de febrero de 2010. “Me tocó administrar un evento que nadie sabía cómo administrar. Los equipos estaban basados en la telefonía celular y se cayó todo. ¿Dónde encontrábamos una guía telefónica para informar lo que estaba ocurriendo a través de los teléfonos fijos, que sí funcionaban? Hubo que hacer muchos procesos manualmente, pero los equipos que estaban en terreno ese día se portaron de manera extraordinaria. Supimos manejar la situación sin accidentes a las personas o averías en los equipos”.

¿El mejor recuerdo? La inauguración de la Sala de Control en la Planta Concentradora, después de una larga batalla por contar con instalaciones adecuadas para su equipo. “Durante mucho tiempo funcionamos clandestinamente para construir nuevos recintos y ver a todos tan contentos cuando llenamos esa sala con el equipo fue un momento muy especial. Ver al equipo de SCAPIE y Mantenimiento Mecánico Preventivo sentirse digno de su trabajo con un espacio adecuado fue uno de los momentos de mayor alegría”.

Gonzalo es un hombre sensible. Durante este repaso por su carrera se quebró en dos momentos. El primero de ellos fue cuando recordó la ocasión en la que el menor de sus hijos, Esteban, le dijo que le había hecho falta en momentos muy importantes de su vida.

El otro, cuando al cerrar la conversación le pedimos que nos contará cómo le gustaría ser recordado.  “Me gustaría que me recuerden como una persona que les aportó en humanidad. Como alguien que les ayudó a crecer como personas. Trascender es lo más importante para el ser humano. Los equipos y las máquinas están ahí, pero las enseñanzas que dejamos en las personas son lo más importante. Pusimos las bases para muchos de los grandes proyectos que tenemos hoy día. Eso me llena de orgullo y alegría”.

A las puertas del retiro, Gonzalo Montoya Morales se prepara para una nueva etapa. Junto a Angela, su compañera de vida durante 39 años, intentará recuperar aquellos momentos que su intensa vida laboral le robó. A contar de ahora, sus hijos María Fernanda, Alejandra, Catalina y Esteban -todos adultos y exitosos profesionales-, podrán disfrutar al padre y abuelo a tiempo completo.